Jesús Esperanza de Gloria

Jesús Esperanza de Gloria

miércoles, 29 de enero de 2014

¿Cual fue el engaño?

En el capítulo 3 de Génesis leemos que la serpiente engaño a Eva para que comiera del fruto del árbol prohibido por Dios ¿Pero en sí, cual fue el engaño? ¿Desobedecer a Dios? No, no fue desobedecer porque Dios le dio la opción a Adán de escoger comer o no comer.  "Fue que la serpiente le dijo una verdad a medias a Eva".

Satanás quien era el que estaba detrás  de la serpiente, solo le dijo a Eva que "serian como Dios sabiendo el bien y el mal y que no morirían" pero nunca le dijo que existe una diferencia enorme entre Dios y el hombre, que aunque Dios conoce las dos cosas no es gobernado por el mal. Pero el hombre a partir de ese momento perdió lo bueno que había en él, quedo con una naturaleza corrupta, y desde ese instante es esclavo del mal. Es por esta razón que Dios destierra a Adán y a Eva del paraíso porque ellos ya no tenían nada en común con Dios, perdieron esa santidad que les permitía estar en su presencia. En este momento es donde entra a reinar la muerte espiritual del hombre. 

Ellos tuvieron muchos hijos e hijas de donde proviene toda la población del mundo, pero todos nacemos espiritualmente muertos, contaminados por el mal ¿Por qué todos tenemos que cargar con esta mala decisión de Adán? Porque él era el representante de toda la raza humana, es como el presidente de una nación, las decisiones que él tome no solo lo afectan a él sino a todo el pueblo de esa nación. A esta condición de maldad que heredo el hombre es a lo que Dios llama pecado. El pecado brota desde nuestro interior, es esa tendencia constante hacia aquello que es malo, el alejarnos de todo aquello que es bueno, los brotes que hay hacia el engaño, la ira,  el egoísmo, la obstinación, la avaricia, la envidia,  los celos, las pasiones... es con nuestra mente y nuestros actos que quebrantamos la ley de Dios. La ley de Dios dice que la paga del pecado es muerte. Así que nacemos espiritualmente muertos y con el tiempo morimos físicamente y en la eternidad habrá una tercera muerte que será estar fuera de la presencia de Dios.

La pregunta que nos queda por hacernos es: 

¿Cómo podemos deshacernos de nuestra condición de pecado, y al mismo tiempo adquirir una santidad que nos permita estar de nuevo en la presencia de Dios?


lunes, 27 de enero de 2014

¿Entonces para que sirve la ley?

Muchas personas piensan que por cumplir con los mandamientos pueden ser salvos. Abraham nació 430 años antes que Moisés a quien Dios le dio la ley o mandamientos. Abraham no dependió de la ley, y las escrituras nos cuentan que Dios lo declaro justo. No fue mediante la ley como Abraham y su descendencia recibieron la promesa de que él sería heredero del mundo, sino mediante la fe, la cual se le tomó en cuenta como justicia. Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las cosas que no son como si ya existieran. Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu descendencia!» Su fe no flaqueó, aunque reconocía que su cuerpo estaba como muerto, pues ya tenía unos cien años, y que también estaba muerta la matriz de Sara. Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido. Por eso se le tomó en cuenta su fe como justicia. Y esto de que «se le tomó en cuenta» no se escribió sólo para Abraham, sino también para nosotros. Dios tomará en cuenta nuestra fe como justicia, pues creemos en aquel que levantó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor. Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación. (NVI) Romanos 4

¿Entonces para que sirve la ley? Para que nos demos cuenta que no podemos agradar a Dios por nuestros propios medios. Nos fue dada para conducirnos a Cristo, para ser justificados por la fe en él y hacernos hijos de Dios. Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16

jueves, 23 de enero de 2014

La confesión

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:19) 

Hemos aprendido a lo largo del tiempo que la confesión es contarle los pecados al sacerdote o a Dios directamente para ser absueltos de nuestro pecado, pero La Palabra de Dios dice que Él está en todas partes al mismo tiempo, esto quiere decir que cuando nosotros pecamos Él está presente, también Dios en su palabra nos dice que Él sabe todo acerca de nosotros desde antes de que hagamos o pensemos las cosas, si esto es así ¿qué sentido tiene contarle nuestros pecados a alguien o a Dios mismo? Lo que Dios quiere es un cambio en nuestra conducta, porque nuestro pecado ofende a Dios, es por esto Él nos llama al arrepentimiento.

La palabra «Arrepentimiento» proviene de la palabra hebrea “najam” y significa “cambio” haciendo  énfasis en un cambio de conducta, de corazón, de disposición, de mente, de propósito. Para saber cuál es el cambio que Dios quiere que hagamos o tengamos en nuestra conducta debemos meditar en la biblia que es donde Dios coloco su sabiduría para nosotros. Busquemos que dice La Palabra escrita de Dios respecto al pecado a tratar y hagamos el debido cambio, que con su ayuda todo es posible.