Jesús Esperanza de Gloria

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viernes, 8 de febrero de 2013

La bondad de Dios

Cuánto más conozcamos la bondad de Dios, más confiaremos en Él. Cuanto más confiemos en Dios, más fácil será poner nuestra vida en sus manos. 

La bondad de Dios es uno de los atributos de Dios, es una descripción de Su esencia misma. Dios, por naturaleza, es intrínsecamente bueno, el Salmo 34:8 nos dice: "Gustad y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él." Él es el fundamento de la bondad y de todo lo bueno.


La bondad de Dios es evidente en toda Su creación y obras. Génesis 1:31 dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera..." Nosotros no somos merecedores de Su bondad ni podemos ganárnosla. Está disponible para nosotros sin importar nuestra condición social en la vida, y aunque no seamos dignos de ella. Mateo 5:45 dice: “...hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos." Y leemos en el Salmo 145:9  "Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras." 


 Él es bueno con cada uno de nosotros individualmente, satisface nuestras necesidades individuales. El Salmo 52:1 dice: "La misericordia de Dios es continua" . Dios siempre será bueno. Su carácter no cambia. Continuará siendo el creador de todas las cosas buenas y nosotros podemos estar seguros de que Él nos proporcionará cosas buenas según Su plan perfecto. 


 El propósito de la bondad de Dios es el acercarnos a Él. Esto fue manifestado en su mayor expresión cuando Dios sacrificó a Su Hijo, Jesús, para nuestra salvación. Por Su bondad se nos ha dado la oportunidad de escuchar Su palabra y aceptar la vida eterna al aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador.

Es debido a Su deseo de hacernos bien que proporcionó la salvación a través de Su hijo. Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Podemos ver pruebas de la bondad de Dios por todas partes en las provisiones que suministra para sustentar la vida—desde las cosechas que proporcionan nuestro alimento, hasta el aire mismo que respiramos. Podemos poseer bondad en nosotros, e incluso el deseo de hacer el bien, pero la bondad verdadera viene de Aquél que es perfectamente bueno y que desea cosas buenas para todas las personas. Nuestra meta debe ser mostrarle la bondad de Dios a otros todos los días.

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