Jesús Esperanza de Gloria

Jesús Esperanza de Gloria

martes, 4 de noviembre de 2014

Tres actitudes y comportamientos que desfiguran nuestra visión.

»La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán oscura no será la misma oscuridad! (NTV) Mateo 6:22-23

En la antigüedad se consideraba que los ojos eran las ventanas por donde entra la luz al cuerpo. Así que el Señor Jesús aborda el tema de ver con buenos ojos o malos ojos algo o a alguien, hablando del ojo bueno y del ojo malo. En el hebreo bueno proviene de la palabra aplous que quiere decir simple, sencillo, sincero. Y malo proviene de la palabra hebrea poneros y quiere decir maligno, perverso, pestilente.

Hay tres actitudes y comportamientos que desfiguran nuestra visión.

1) El Prejuicio, por lo general es negativo, porque es una opinión previa, anticipada acerca de algo o de alguien que se conoce poco o mal, y nos lleva a etiquetar, discriminar, despreciar, juzgar sin conocimiento previo. Opinamos dejándonos llevar por la tradición, mitos, leyendas o por aprendizajes adquiridos. El psicólogo Gordon Allport en su libro la naturaleza del prejuicio, define el prejuicio de la siguiente manera: "una actitud suspicaz u hostil hacia una persona que pertenece a un grupo, por el simple hecho de pertenecer a dicho grupo, y a la que, a partir de esta pertenencia, se le presumen las mismas cualidades negativas que se adscriben a todo el grupo”. La mayoría de los prejuicios surgen por conveniencia, con el objetivo de discriminar, dominar o descartar a otras personas, o aceptarlas sin reflexionar si en realidad son buenas o malas, o si nos encontramos ante una opinión objetiva o subjetiva. El prejuicio deforma nuestra visión. No hay nada que destruya el juicio de una persona tanto como el prejuicio, porque nos impide formarnos juicios claros, razonables y lógicos. Nos ciega a los Hechos y a su significado. Así que no juzguemos anticipadamente porque “nadie es tan malo como parece, ni tan bueno como aparenta”.

2) Los celos, son la respuesta emocional al temor, surgen ante la posibilidad de perder algo que se tiene. Son producto de nuestra inseguridad, falta de autoestima y egoísmo. Existen diferentes tipos de celos, hacia la familia, los amigos o a la pareja. Los celos pueden estar basados en hechos reales o ser sólo producto de nuestra imaginación, los cuales son más dañinos y peligrosos. Este sentimiento nos puede convertir la vida en un infierno, cegándonos la visión a la verdad y a los hechos.

3) La presunción, nos impide vernos como somos realmente, nos lleva a creemos más que los demás, también nos incapacita para ver a los demás como son realmente. Vemos a los otros con desdén y desprecio, pensando que jamás podrán estar a nuestra altura.

No hay mejor parábola para describir este clase de comportamiento que la del fariseo y el cobrador de impuestos

Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.

»En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”. Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados». (NTV) Lucas 18:9-14

La presunción no es más que la Vanidad que muestra una persona que presume y alardea de sí misma y de sus propias cualidades.

Los ojos son como el lente de una cámara, si este lente está enfocado, la imagen que se obtiene es clara y nítida, pero si el lente esta desenfocado la imagen será borrosa. Si nuestra visión es clara podremos tener un panorama objetivo de la vida y de las personas. Pero si nuestra visión esta obstruida por los comportamientos y actitudes antes vistos, nuestra visión de la vida y de las personas estará nublada. El ojo malo deforma nuestra visión; sólo el ojo bueno ve claramente, porque sólo el ve como Dios ve.

jueves, 16 de octubre de 2014

La venganza.


Han oído la ley que dice que el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: “Ojo por ojo, y diente por diente” Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla.  Si te demandan ante el tribunal y te quitan la camisa, dales también tu abrigo.  Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro, llévalo dos. Dale a los que te pidan y no des la espalda a quienes te pidan prestado. (NTV)Mateo 5:38-42

El Señor Jesús comienza su enseñanza acerca de la venganza citando la ley del talión. En la antigüedad, era común la venganza a muerte, si un hombre de una tribu agredía a otro hombre de otra tribu, la tribu del ofendido se vengaba a muerte, no teniendo piedad ni clemencia por nadie, todas las mujeres, los niños, los hombres y ancianos pertenecientes de esa tribu morían, no dejaban a nadie con vida.

La ley del talión aparece en el Código de Hammurabi, creado en el año 1760 a. C. aproximadamente,  por el rey de Babilonia Hammurabi, es uno de los conjuntos de leyes más antiguos que se conocen hasta el momento, el cual se inspiró sobre la frase o expresión «ojo por ojo, diente por diente»  pero también  contiene leyes alejadas de este concepto.

Este código de leyes fue el primer intento por establecer un límite a la venganza, estableciendo que la persona que causa daño reciba un castigo proporcional al daño cometido. Solo el juez de un tribunal legal podía juzgar al agresor, basado en estas leyes. Limitando así, el que una persona quisiera tomarse la venganza por sus propias manos. Casi nunca se llevó literalmente acabo lo de “ojo por ojo, y diente por diente” entre las culturas semi-civilizadas. En la mayoría de los casos el agresor debía resarcir con plata a la víctima.

A simple vista estas leyes parecen sanguinarias… pero realmente sabiendo lo que se acostumbraba, pasan a ser misericordiosas.

 Este código, llego a formar parte de la ley Mosaica en el Antiguo Testamento (Éxodo 21:23-25, Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio) pero vale aclarar que la ética del Antiguo Testamento no solo se basa en la ley del Talión. También encontramos  muchas leyes como: No digas: "Haré con él como el hizo conmigo"» (Proverbios 24:29) «No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo» (Levítico 19:18).

En el Nuevo Testamento, el señor Jesús anula esta ley y establece la renuncia a la venganza y al resentimiento.

Debemos entender lo que el Señor nos quiere enseñar, con estos ejemplos que nos da en estos versículos. Es poco probable que una persona reciba una cachetas física, pero existen muchas formas de a abofetear a una persona. Los insultos y los desprecios son formas comunes de hacerlo. En su época nuestro señor Jesús, recibió muchos  y variados insultos, le decían que era borracho y glotón, amigo de publicanos y prostitutas, príncipe de los demonios... Nunca se mostró resentido ni ofendido por todas las cosas que le decían. Él nos dice que no debemos sentirnos ofendidos y mucho menos resentidos, cuando recibimos insultos o algún tipo de desprecio. La mayoría de las personas se ofenden fácilmente,  porque no las saludan, o porque no las felicitaron el día de su cumpleaños, o no las tuvieron en cuenta para algo, o porque no tuvieron el reconocimiento que esperaban, y la lista continúa. Los cristianos que actúan de esta manera  no ha comprendido la enseñanza del Señor “si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla.”

También nos enseña a no insistir en defender nuestros derechos, cuando nos dice que “Si te demandan ante el tribunal y te quitan la camisa, dales también tu abrigo.” Los judíos tenían una túnica interior y una exterior que era una capa. De la túnica interior tenían por lo general más de una, pero de la externa solo una, que les servía de cobija en la noche. La ley decía: “Si tomas el abrigo de tu prójimo como garantía por un préstamo, se lo devolverás antes de la puesta del sol.  Puede ser que este abrigo sea la única manta que tiene para abrigarse ¿Cómo podrá dormir sin abrigo? Si no se lo devuelves y tu prójimo clama a mí por ayuda, yo lo oiré, porque soy misericordioso.” (NTV) Éxodo 22:26-27.  Lo que nos quiere enseñar es que no debemos despojar a una persona que nos debe de sus cosas, apelando a nuestros derechos, el cristiano verdadero no se aferra a sus derechos, el que se aferra a sus derechos y los defiende a capa y espada dentro y fuera de la iglesia,  no conoce el verdadero significado del cristianismo, no oponer resistencia. “Pero yo digo: no resistas a la persona mala.” El cristiano verdadero centra su atención en sus deberes y responsabilidades y no en pleitos.

Igualmente nos dice: Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro, llévalo dos. En Roma era común que un soldado tocara en el hombro a un ciudadano con la espada, y esto quería decir que tenía que hacer lo que se le ordenara; quedaba a disposición del soldado. Simón de Cirene tuvo que cargar la cruz del Señor Jesús porque un soldado así se lo indico, cuando lo toco con la espada en su hombro. La enseñanza es hacer las cosas con agrado todo el tiempo y más cuando nos imponen tareas extra. Todas las personas tenemos el tiempo limitado, muchas cosas que hacer pero poco tiempo, cuando nos toca hacer una tarea extra por lo general nos molestamos y la hacemos de mala gana. El Señor nos dice que debemos estar dispuestos a servir a los demás, haciendo las cosas bien y no a medias,  y de buena manera, amablemente. El que hace las cosas porque le toco y de mala manera, no tiene ni idea de lo que es la vida cristiana. El cristiano debe entender que servir a los demás es un privilegio.

Por ultimo nos enseña que debemos prestar al que nos pide prestado, pero no por obligación sino de buena voluntad. Deuteronomio 15:7- 11: Cuando haya algún pobre entre tus hermanos en alguna de las ciudades de la tierra que el Señor tu Dios te da, no le endurezcas tu corazón ni le cierres la mano a tu hermano pobre, sino ábresela liberalmente y préstale lo que realmente necesite. Guárdate de albergar en tu corazón este pensamiento perverso: «Está próximo el séptimo año, que es el de la remisión, » para mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada; pues él podría clamar contra ti al Señor, y se te imputaría como un pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des, porque por ello te bendecirá el Señor tu Dios en todas tus obras y en todo lo que emprendas. Pues nunca faltarán pobres en medio de la tierra; por eso te mando: ¡Ábrele tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso de tu tierra!

Cada siete años se perdonaban las deudas, por esto era que muchos no querían ayudar a su prójimo, porque sabían que si llegaba el séptimo año y no le habían cancelado lo que él había prestado, tenía que perdonar la deuda.

 El dar tenía sus principios, establecidos por los rabinos.

No se podía negar la caridad al necesitado.

No se debía prestar lo mínimo posible, sino lo que necesitara esa persona para devolverle el nivel de vida y comodidad al que pertenecía. Si un hombre rico quedaba en quiebra y pedía prestado, le tenían que prestar lo suficiente para devolverle la comodidad a la que estaba acostumbrado.

El dar, se debía hacer en secreto, privadamente. El que prestaba no debía contar a nadie que había hecho un préstamo a alguien.  También había en el templo, un lugar donde las personas adineradas iban secretamente y hacían ofrendas  generosas. Este tipo de ofrenda también era entregada secretamente, a los miembros de familias nobles que habían quedado en la pobreza, para devolverles su estatus. La persona que recibía este tipo de ofrenda no sabía de dónde provenía, y tampoco el que había hecho la ofrenda sabia a quien se la había entregado.

El dar era un privilegio, porque en realidad era a Dios a quien se le daba. proverbios 19:17 dice  Si ayudas al pobre, le prestas al Señor  ¡y él te lo pagará!


Bibliografia

W.Barclay. COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO
Volumen 1 - Mateo I

Fuente
http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_de_Hammurabi

lunes, 6 de octubre de 2014

El Divorcio

El Señor Jesús hablo y enseño sobre el adulterio, la fidelidad, el matrimonio y el divorcio, en uno de los momento más álgidos de la historia. Donde la institución del matrimonio estaba a punto de desaparecer. Los ideales del cristianismo eran muy altos para esta época donde el matrimonio estaba en decadencia.

Se ha dicho: “El que repudia a su esposa debe darle un certificado de divorcio.”  Pero yo les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, todo el que se divorcia de su esposa, la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la divorciada comete adulterio también. (NVI)  Mateo 5:32

Veamos qué era lo que se vivía en esa época en el mundo judío y en el grecorromano, comenzando por este último.

Una  de las principales  causas para que los griegos llegaran hasta el punto de aborrecer  el matrimonio, fue la prostitución, la cual era una actividad común en la vida cotidiana de los griegos. Las relaciones extramatrimoniales eran algo natural y normal. La famosa cita de Demóstenes así lo demuestra “Tenemos las prostitutas para el placer, las concubinas para cohabitar y esposas para tener hijos legítimos y para que sean las guardianas del hogar.” (Contra Neera, 122; IV a.C.)

Lo único que no les era permitido por ley, era tener relaciones extramatrimoniales con una mujer soltera que no ejerciera la prostitución. Las leyes condenaban severamente  este tipo de relaciones, ya que las mujeres estaban bajo la autoridad patriarcal de los hombres. Pasaban de la autoridad de su padre a la de su marido; no tenían voz ni voto, ni ningún derecho civil realmente. Su única condición era la de esposa y madre, encargada de la crianza y educación temprana de los hijos. Los matrimonios por amor no existían, eran acuerdos por conveniencia entre familias. Mientras las esposas debían permanecer recluidas en sus casas, en una pureza sexual obligatoria, los esposos buscaban el amor y el placer por fuera.

La otra causa es que Divorciarse era de lo más fácil, el hombre que se quería divorciar solo tenía que despedir a su esposa en la presencia de dos testigos y devolverle la dote en su totalidad.

Los griegos consideraban la prostitución como parte de la democracia, y era una de las principales actividades económicas.  Tenían  distintas categorías de prostitutas, estaban las Pornai, eran esclavas de un proxeneta; estas mujeres trabajaban en los burdeles del Estado ateniense. Otra clase  de prostitutas eran las independientes, trabajaban en la calle y eran las menos costosas. También existían las heteras y las prostitutas sagradas.

Estas últimas habitaban en el templo de Afrodita, donde habían millares de sacerdotisas que practicaban la prostitución religiosa, la cual consideraban un método de adoración a la diosa. Ellas realizaban los festivales  llamados las afrodisias y se celebraban por toda Grecia, especialmente en Atenas y en Corinto.

En la mitología griega, la diosa Afrodita era la patrona de las cortesanas, ya que ella representa la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción.  En la actualidad se le conoce como «la diosa del amor», Pero no del amor romántico sino específicamente del sexual. Su equivalente romana es la diosa Venus.

Las heteras o hetairas eran las cortesanas de la época, una mezcla entre prostitutas y damas de compañía, ellas pertenecían a la categoría más alta entre las prostitutas. A diferencia de las demás mujeres las heteras eran las que mejor posición social tenían y las mujeres más cultas de ese entonces, pues recibían educación. Vivian entre lujos, muchas  llegaron a ser muy ricas. Sus creencias y opiniones eran tenidas en cuenta por los hombres famosos de la época. Algunas de ellas compartieron la fama de los hombres con los que estuvieron relacionadas y sus nombres pasaron a la historia; Tais fue la hetaira de Alejandro Magno, después de su muerte pasó a ser la esposa de Tolomeo I y la madre de la familia real egipcia. Aspasia fue la hetaira del político ateniense  Pericles; cuenta la historia que ella fue la que le enseñó a Pericles el arte de la oratoria y quien le escribía sus discursos. La famosa Leontion fue la hetaira del también famoso filosofo Epicuro, y Diotima la hetaira de Sócrates.  

Para el siglo II a.C., el pensamiento griego se había infiltrado en Roma. Como lo dijo W. Barclay “Roma conquisto militarmente a Grecia pero Grecia conquisto a Roma en lo moral y social.”

Por el contrario de los griegos, el pensamiento del  pueblo judío sobre el matrimonio era bastante elevado. Pero la teoría no la llevaban a la práctica; la cual  también era lamentable.

No se casaban con prostitutas ni esclavas. Ellos consideraban el matrimonio un deber sagrado. Los hijos para ellos eran importantísimos, el no tener hijos representaba el quebrantamiento  del mandato de multiplicarse. Las mujeres debían llegar vírgenes al matrimonio. Si un marido acusaba a su mujer de no haber llegado virgen al matrimonio, él tenía que presentar pruebas de ello. Ella contaba con la defensa por parte de su padre y hermanos. Si la acusación del marido era falsa, recibía cuarenta azotes menos uno, y tendría que permanecer casado con ella, también tenía que pagarle al padre de ella 50 ciclos. Pero si la acusación llegaba a ser verdadera, ella debía morir. Existían dos maneras, si la mujer era hija de un sacerdote debía morir quemada pero sino  la ley imponía que fuera lapidada.  Aborrecían el divorcio, porque Dios había dicho, El SEÑOR, el Dios de Israel, dice que el que odia a su mujer y se divorcia de ella deja ver lo cruel que es, dice el SEÑOR Todopoderoso. Así que cuídese cada uno y no sean infieles”. (DHH) Malaquías 2:16. Pero este mandato no lo llevaban a la práctica. 

Las mujeres judías al igual que las griegas no tenían ningún derecho legal. La vida de estas mujeres era muy asfixiante. Ellas eran consideradas como una propiedad más por los hombres judíos, las solteras pertenecían al padre y las casadas al marido.

Los matrimonios también eran arreglados por los padres, la mayoría de las veces no se conocían sino el día de la boda. El divorcio tenía dos causales obligatorias, uno por esterilidad, pues el propósito del matrimonio eran los hijos y el otro por adulterio de la mujer.

En cuanto al divorcio, Josefo quien fue un judío fariseo, escribió basado en la ley de Moisés (Deut 24:1) "El que desee divorciarse de su mujer por la razón que sea, que establezca por escrito que no la tendrá nunca más como su esposa; de esta manera ella queda en libertad para casarse con otro hombre.» Solo el hombre podía tomar esta decisión. Al igual que los griegos, los judíos también debían devolver la dote sí los pecados de la esposa no eran muy notorios.  

Entre los judíos de esa época, se habían introducido dos clases de pensamientos sobre las causas de divorcio. Unos decían que solo se podían divorciar si era por fornicación, pero otros justificaban el divorciarse por cosas triviales como: si la comida que su mujer preparaba no le gustaba, y cosas por el estilo. Todo esto tenía como fin, el poder divorciarse para casarse con una mujer que les gustara más o con una más bonita que la que tenían. Este último tipo de pensamiento fue el más popular entre el pueblo  judío. El desprecio de estos hombres por sus mujeres llego a tal punto que es difícil de creer.

En este punto se da la discusión acerca del divorcio y del matrimonio entre el señor Jesús y los fariseos (Mateo 19:1-9- Marcos 10:1-12) Ellos querían que él tomara partido en alguno de los dos bandos. Pero él no cedió a las presiones por  parte de ellos, sino les recordó que Moisés hizo una concesión con ellos al permitirles el divorcio. Y les recordó el ideal de Dios sobre el matrimonio hablándoles de Adán y Eva.

Teniendo en mente lo que se vivía en esa época, podemos imaginar la controversia que generaron las enseñanzas del señor Jesús.  El ideal Cristianismo llego proponiendo un compromiso indisoluble de fidelidad, “el hombre no separe lo que Dios ha unido”. El ideal de Dios para el matrimonio es  que el hombre y la mujer lleguen a ser uno en todo sentido, que se fundan en un solo ser, no solo en lo sexual sino en lo emocional también, que cada uno sea el deleite del otro, que cada uno sea el bastón de apoyo del otro, en los buenos y en los malos momentos porque la unión hace la fuerza.

Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas. Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas, pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en calor?  Alguien que está solo, puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres (la pareja y Dios), porque una cuerda triple no se corta fácilmente. (NTV) Eclesiastés 4:9-12

El principio que Dios nos quiere enseñar es que el matrimonio es el complemento ideal en la vida de cada persona.



Bibliografía

W.Barclay. (Comentarios al Nuevo testamento, Mateo Tomo I)

Eva C. Keuls, The Reign of the Phallus: Sexual Politics in Ancient Athens, University of California Press, Berkeley, 1993 (en inglés).

 Sarah B. Pomeroy, Diosas, Putas, esposas y esclavas: Mujeres en la Antigüedad Clásica (2ª ED.)

Aprender a decir Sí y No.


También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor.”   Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.  Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro.  Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (NVI) Mateo 5:33- 37


El principio que Jesús establece en estos versículos es muy claro. No se deben hacer juramentos. Jurar es colocar a Dios o a alguien más  como testigo de la veracidad de nuestras palabras o promesas. El tener que jurar para que se nos crea lo que decimos está mal, porque una persona íntegra no necesita recurrir a los juramentos. Sócrates, el gran maestro y orador griego, decía: «Una persona debe llevar una vida que genere más confianza en ella que la que pueda producir nunca un juramento.»


Hablar y hacer son la misma acción. Cuando hacemos una promesa o adquirimos un compromiso con alguien lo debemos cumplir. La palabra empeñada dice mucho sobre nuestra seriedad, honestidad y sinceridad. Las decisiones que tomamos y como las llevamos a cabo son un reflejo de quienes somos en realidad. Si actuamos  de acuerdo con lo que decimos nuestras palabras nos darán credibilidad porque seremos percibidos como personas confiables y transparentes. Nuestros actos dicen más que nuestras palabras.

¿Cómo te sientes cuando alguien te incumple lo que te prometió? ¿Qué piensas de una persona que te va dando escusas para no pagarte lo que te debe o no cumplir con lo pactado?  

Comprometernos con algo y después comenzar a dar disculpas para no cumplir con lo prometido o pactado nos hace ver como personas poco confiables, mentirosas y faltas de carácter.

El consejo que nos da el Señor Jesús es “Que Aprendamos a decir Sí y No. Que nuestro hablar y actuar sean uno.

Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (NVI)  Mateo 5:37

jueves, 11 de septiembre de 2014

¡Ustedes son la sal de la Tierra!



“Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo volverá a ser salada? Ya no servirá para nada, sino para ser arrojada a la calle y pisoteada por la gente”. (RVC)Mateo 5:13





En el mundo antiguo la sal se apreciaba altamente. Los griegos llamaban a la sal divina. Los romanos decían «no hay nada más útil que el sol y la sal»



En los tiempos de Jesús la sal se relacionaba en la mente de la gente con tres cualidades especiales:



1) La sal se conectaba con la pureza. Probablemente su blancura resplandeciente sugería esta conexión.  La sal fue de hecho la más primitiva de todas las ofrendas que se hacían a los dioses, y hasta sus últimos tiempos los sacrificios judíos se ofrecían con sal. Así pues, si el cristiano ha de ser la sal de la tierra, debe ser un ejemplo de pureza.  El cristiano debe ser una persona que mantenga bien alto su nivel de absoluta pureza en su manera de hablar, su conducta y pensamiento. Ningún cristiano puede salirse de los niveles de la estricta honradez. Ningún cristiano puede pensar con ligereza en reducir los niveles morales en un mundo en el que en las calles de cualquier gran ciudad se induce deliberadamente al pecado. Ningún cristiano se puede permitir los gestos y términos sugestivos y soeces que son a menudo parte de la conversación social. El cristiano no se puede retirar del mundo, pero debe, como decía Santiago, «guardarse sin mancha del mundo» (Stg_1:27 ).



2) En el mundo antiguo, la sal era el más corriente de todos los conservantes. Se usaba para evitar que las cosas se corrompieran, y para contener la putrefacción. Plutarco tiene una manera curiosa de decirlo. Dice que la carne es un cuerpo muerto y parte de un cuerpo muerto, y, si se deja a sí misma, se descompondrá; pero la sal la conserva y mantiene fresca, y es por tanto como si se le hubiera insertado un alma nueva a un cuerpo muerto.



Así que la sal preserva de la corrupción. Si el cristiano ha de ser la sal de la tierra, debe tener una cierta influencia antiséptica en la vida.



Todos sabemos que hay ciertas personas en cuya compañía es fácil ser buenos; y que también hay ciertas personas en cuya compañía es fácil bajar el listón moral. Hay ciertas personas en cuya presencia se podría contar sin reparos una historia sucia, y hay otras personas a las que a uno no se le ocurriría contársela. El cristiano debe ser un antiséptico purificador en cualquier sociedad en que se encuentre; debe ser la persona que, con su presencia, excluye la corrupción y les hace más fácil a otros ser limpios.



3) Pero la más grande y la más obvia cualidad de la sal es que la sal presta sabor a las cosas. Los alimentos sin sal son tristemente insípidos y hasta desagradables. El Cristianismo es a la vida lo que la sal es a la comida. El Cristianismo le presta sabor a la vida.



Lo trágico es que la gente conecta a menudo el Cristianismo precisamente con lo contrario. Lo identifican con algo que le quita el sabor a la vida. Swinbume llegó a decir:



Tú has conquistado, pálido Galileo; el mundo se ha puesto gris de Tu aliento.



Aun después de que Constantino hiciera del Cristianismo la religión del imperio romano, subió al trono otro emperador llamado Juliano que - quería atrasar el reloj y volver a los antiguos dioses. Su queja era, como la expresa Ibsen:



¿Les habéis mirado a la cara a esos cristianos? Ojos hundidos, mejillas pálidas, pechos de tabla; pierden la vida reconcomiéndose, inincentivados por la ambición: para ellos también brilla el sol, pero no lo ven; la tierra les ofrece su plenitud, pero ellos no la quieren; lo único que desean es renunciar y sufrir para morirse lo antes posible.



Para Juliano, el Cristianismo le quitaba la vivacidad a la vida.



Oliver Wendell Holmes dijo una vez: "Yo podría haber entrado en el ministerio si algunos clérigos a los que conocía no hubieran parecido y actuado tanto como enterradores.» Robert Louis Stevenson escribió una vez en su diario, como si estuviera recordando algún fenómeno extraordinario: «Hoy he estado en la iglesia, y no me ha dado la depre.»



El mundo tiene derecho a descubrir otra vez el fulgor perdido de la fe cristiana. En un mundo ansioso, el cristiano debería ser la única persona que se mantuviera serena. En un mundo deprimido, el cristiano debería ser la única persona que siguiera llena de la alegría de vivir. Debería haber una sencilla luminosidad en cada cristiano, pero demasiado a menudo anda por la vida como si estuviera de duelo, y habla como un espectro en una fiesta. Dondequiera que esté, si ha de ser la sal de la tierra, el cristiano debe difundir gozo.



Jesús pasó a decir que, si la sal se vuelve insípida, ya no sirve para nada, y se tira para que todo el mundo la pise. Eso es difícil de entender, porque la sal nunca pierde su sabor y su salinidad. La idea principal en lo que el Nuevo Testamento insiste constantemente es que la inutilidad invita al desastre. Si un cristiano no está cumpliendo su propósito como cristiano, está abocado al desastre.



El sentido de nuestra vida consiste en ser la sal de la tierra; y si no le damos a la vida la pureza, el poder antiséptico y la luminosidad que le debemos, no estamos cumpliendo nuestro cometido y vamos al desastre.



(Comentarios al N.T.  de W. Barclay)

viernes, 25 de julio de 2014

Satanás, ¿atado y desatado? | Arthur W. Pink

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Traducción por Pablo Santomauro


Hoy en día es muy común el escuchar en las iglesias a cristianos “atar y desatar” enfermedades, pobreza, demonios y hasta al diablo mismo. Para apoyar esta práctica se usan pasajes como el siguiente: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (Mat. 18:18). Esta declaración del Señor fue dada en el contexto de disciplina dentro de la iglesia primitiva. Las palabras “atar” y “desatar” eran populares entre los rabinos de la época y equivalían a “prohibir” y “permitir”; en Mateo 18 equivalen a “disciplinar” y “restaurar”. Aquel miembro de la iglesia que persiste en pecar debe ser separado (atado) de la congregación (1 Cor. 5:5), para luego en amor ser conducido al arrepentimiento y por consiguiente ser restaurado (desatado) Gálatas 6:1. Como vemos, los demonios, las enfermedades y la pobreza son totalmente ajenos al contexto.

Otro pasaje que se usa es Mateo 12:29, donde Jesús dice: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”. Esta declaración de Cristo es parte de una ilustración usada para refutar la acusación de los fariseos de que él expulsaba demonios en alianza con Satanás. Jesús expresa en contexto que él es más poderoso que Satán, y establece que sus exorcismos son hechos en el poder de Dios. Sería equivocado concluir de este pasaje que Cristo estaba estableciendo un patrón universal para ser seguido por los creyentes.

Alentamos a los cristianos a que se aparten del malentendido tan serio de Mateo 18:18 y 12:29 por las siguientes razones:

1. No es bíblico. La Escritura no enseña que “atar y desatar” es el método para combatir al diablo y sus huestes, sino a través de la oración, la lectura de la Palabra y una vida de obediencia.

2. El enfoque erróneo del cristiano es centrarse en los demonios en vez de Jesucristo; esto reduce la eficacia del creyente en el trabajo del Reino.

3. En el terreno práctico no da resultados, como la experiencia lo indica. Alguien dijo una vez: “Si en realidad ataron al diablo, debe haber sido con una cadena muy larga”.

4. En cuanto a “desatar” pobreza o enfermedad, la Biblia trae principios que pueden gravitar en nuestro bienestar físico y material, pero en última instancia es la soberanía de Dios la que determina nuestra condición. Nosotros no controlamos esos aspectos. La Escritura enseña que es Dios el que controla y limita los movimientos del diablo y sus huestes; también es él quien guarda a los creyentes del mal (Job 1:12; 2:6; Luc. 22:31,32; 2 Tes. 3:3; 1 Jn. 5:18). Ciertamente llegará el tiempo en que Jesús mismo “atará” al diablo por 1000 años (Ap. 20:1-3); luego del milenio Satanás y sus huestes serán lanzados en el lago de fuego (Ap. 20:10). Jesucristo no necesita la asistencia del ser humano en esta área (o ninguna otra). Entre tanto, el antídoto para combatir al diablo no es “atándolo” sino resistiéndolo firmes en la fe (1 Ped. 5:9). Santiago lo expresa claramente: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7).

Articulo tomado del blog soldados de Jesucristo

http://sdejesucristo.org/satanas-atado-y-desatado-arthur-pink/

domingo, 13 de julio de 2014

La obra de un artista no es el artista



Salvador Dalí, pinto muchos cuadros, plasmo parte de su imaginación en ellos, esos cuadros le pertenecen porque  son de su autoría, pero no podemos decir que Dalí son los cuadros o que los cuadros son Dalí y menos que Dalí y su obra son uno.  La obra de un artista no es el artista. De la misma forma, no podemos decir que Dios es todo y que todo es Dios. Dios, es el creador de todo cuanto existe en el mundo físico y en el mundo espiritual, él es el autor de la vida, todo fue creado por él y para él, pero eso no quiere decir que Dios y su creación sean uno. Dalí es una cosa y los cuadros otra, lo mismo pasa con Dios y su creación. Una cosa es Dios y otra somos nosotros.

Tenemos una semejanza espiritual con Dios, porque él así lo quiso, pero ¿Cuál es esa semejanza? la capacidad de razonar, las emociones y la voluntad, ¿Por qué?  Para que podamos tener una relación personal con él. También creó todo único, todos los seres humanos tenemos dos ojos, una boca, una nariz, un par de orejas, dos brazos, dos piernas…Pero todos somos distintos, lo mismo sucede con el resto de la creación. En esto podemos ver parte de la grandeza de Dios, él puede hacer las cosas únicas.  Esto nos hace especiales pero no divinos porque no hay ninguna divinidad en nosotros, no somos parte de Dios, no somos una manifestación de Dios; cada uno de nosotros  somos su creación única y especial.

Como dijo un niño, Dios es tan grande, tan gran, que no tiene que ir a ningún lado porque todo lo llena. Su presencia está en todas partes y al mismo tiempo, es como colocar una pequeña piedra en la palma de la mano y cerrarla. Por eso, para buscar a Dios no tenemos que ir a ningún lugar, tampoco tenemos que adoptar una posición especial, ni entrar en meditación profunda y buscarlo dentro de nosotros. Dios tampoco es una energía que pueda ser canalizada.

Como seres únicos y especiales que somos, nacemos una vez en el mundo físico y morimos una sola vez (aunque la muerte tiene tres planos). Nuestro cuerpo físico muere, pero no nuestro espíritu. No, reencarnamos de nuevo en otra persona o animal, según nuestras acciones. No es verdad que si una persona vivió haciendo el mal, podrá volver a vivir una  nueva vida, colmada por la desgracia para pagar así por sus culpas concernientes a su vida pasada, y si vivió justamente, regresara a vivir en un ambiente pleno, sin mayores inconvenientes o sobresaltos. Las antiguas civilizaciones no creían en la reencarnación, ellos alistaban a sus difuntos para el más allá y no para regresar de nuevo a vivir en esta tierra.

 Está establecido para los hombres, morir una sola vez y luego ser juzgados. Después de la muerte, nuestro espíritu sigue consiente de quien es, no olvida sus recuerdo y vivencias; seguirá experimentando emociones. Después de la muerte física, viene la Vida Eterna o la Muerte Eterna. Solo Tenemos dos opciones de cómo vivir esa eternidad: en dicha o en desgracia.

El mal y el bien ¿relativos, subjetivos, duales? existen, como existe el blanco y el negro, el día y la noche, el frio y el calor…   El bien, es mayor que el mal, siempre domina, así que no hay dualidad, el bien, triunfa sobre el mal. El bien y el mal están determinados y definidos por lo que es Dios. La moralidad está determinada por la soberanía de Dios, pues él es el creador, autor  y sustentador  de la vida. La determinación de lo que es bueno o malo, ético o no, no está basado en una situación, sino más bien en el mandato de Dios. Dios tiene la autoridad para gobernar sobre el bien y el mal, y estos están definidos por quién es Dios. 

¿Usted como hijo de sus padres no tiene que acatar las reglas que ellos han dispuesto para sus hijos?  Si, esto es así, ¿Por qué sería esto distinto con Dios?

La naturaleza de Dios es el amor. El amor no es egoísta, siempre considera a los demás, nunca busca su propia gloria o placer. La naturaleza del ser humano es egoísta, contraria al amor. Por eso estamos separados de Dios,  por nuestra naturaleza… pues en este caso los opuestos no se atraen sino que se repelen.  

Entonces, pregunto ¡¿Qué divinidad puede haber en nosotros, si no somos parte de Dios, sino su creación especial, y si somos contrarios a su naturaleza?! ¡Ninguna, no somos pequeños dioses!

Aparte de ser egoístas, somos rebeldes, queremos tener el control de nuestra vida sin sujetarnos a las leyes establecidas por Dios; largas polémicas de que “hacer o no hacer” son debatidas…  Siempre queriendo justificar nuestros actos para no ser juzgados, ¿será por esto que pensar, que el bien y el mal son relativos o subjetivos, es tan atractivo?

En el principio, la primera pareja de humanos, solo conocía el bien, pero tomo la decisión de conocer el mal y quedaron infectados  y dominados por el mal; el cual se ha heredado de generación en generación, formando parte de nuestro ADN espiritual. A este conocimiento del mal, Dios lo llama pecado, ahora nuestra naturaleza es pecaminosa, porque de continuo hacemos el mal. Si analizamos a un niño de dos años, podemos ver la pataleta que hace porque no se le da lo que quiere, o el egoísmo al no querer prestar sus juguetes a otros niños, ¿de dónde provienen estos sentimientos de ira y egoísmo en un niño tan pequeño? ¿Por qué tiene esta clase de sentimientos si es un niño pequeño?...

Dios, en un acto bondadoso y misericordioso, quiso acercar al hombre de nuevo a su presencia, ¿Cómo? justificándolo.

Si una persona se desangra ¿Qué pasa? se muere, ¿Por qué? porque la vida está contenida en la sangre. Dios el creador de todo, nos dio la sangre para vivir.

Hay un dicho que reza  “mueren justos por pecadores” ¿qué quiere decir esto? Que alguien bueno debe tomar el lugar del pecador para que este pueda vivir. En la  antigüedad, el pueblo de Israel, tenía que hacer sacrificios de animales, estos debían ser machos y primogénitos, sin defectos físicos, ¿Por qué animales? porque ellos son puros, en ellos no hay maldad. Debían degollar al animal y rociar su sangre, pero antes de esto colocaban la mano sobre la cabeza del animal, haciendo una transferencia simbólica de los pecados. Esa sangre derramada era la que les otorgaba el perdón de Dios por un año.  Pero a Dios no le agradaron esos holocaustos, entonces busco en la tierra una persona que hiciera lo bueno, para que se pusiera en la brecha que había entre Dios y el hombre, pero no encontró uno solo que hiciera lo bueno.

Dios al ver esto, toma la decisión de venir al mundo, una parte de él nace como un ser humano; no es engendrado por un hombre, sino por él mismo, por su Espíritu Santo, ¿Por qué? porque si era engendrado por un hombre no sería el Hijo de Dios, y nacería con la condición de pecador que todos llevamos a cuestas. 

El Hijo de Dios, Jesucristo, tiene la misma naturaleza de Dios. Su misión acá en la tierra era la de anunciar que el reino de Dios se ha acercado a los hombres, y otorgar el perdón de Dios, a cada ser humano a través de su muerte, y la vida eterna por medio de su resurrección; cuando Jesús fue crucificado, sucedieron dos cosas, la primera fue que se hizo pecado (porque en él no había pecado) hay una ley de Dios que dice: "se hace maldito todo el que es colgado de un madero”. Al estar Jesús colgado de esa cruz de madera, Dios hace cumplir su ley sobre él y lo maldice, por eso Jesús dijo “¿Padre, por qué me has abandonado?” La segunda, Dios, hace transferencia de todos los pecados de toda la humanidad a su Hijo que cuelga de esa cruz; Jesús, murió desangrado por todos los latigazos que recibió, esa es la sangre que nos limpia y nos otorga el perdón de Dios y la vida eterna en el reino de Dios. Esto es posible para todo el que cree, que esto es así.

En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él.

No tenemos que buscar hacer las cosas por nosotros mismos para ser justificados delante de Dios, él ya nos justificó, porque tanto nos ama que nos dio a su Hijo para que por medio de él podamos estar de nuevo en su presencia. Él quiere el bienestar de todos.

El conoce a la perfección nuestra naturaleza pecaminosa, y sabe que somos esclavos de ella. Pero para el que cree, todo es posible; Cuando tomamos la decisión de recibir el perdón de Dios, él nos da su Espíritu Santo para que viva en nosotros, y nos conduzca a toda verdad, nos ayude a ser como él, a ver, pensar, sentir y actuar como Dios. Ahora somos templo del Espíritu Santo de Dios, que mora en nuestro interior, en este punto es donde comienza nuestra vida espiritual, ahora somos seres de luz, antes no. Nuestro desarrollo espiritual ha comenzado y es paulatino.

Alcanzar el conocimiento de Dios a través del auto-desarrollo espiritual, la intuición directa, o las relaciones individuales especiales, no es posible.  No necesitamos la guía de ningún espíritu guía, ni de maestros ascendidos, solo la ayuda del Espíritu Santo de Dios, sin él, no podemos desarrollarnos espiritualmente, simplemente porque nuestra naturaleza es contraria a la de Dios, no podemos alcanzar algo que no tenemos y no conocemos. Necesitamos nacer espiritualmente, y solo es posible por medio de la fe o de creer en Jesucristo, él es quien nos muestra el camino de regreso al Padre.

Ninguna nueva era de iluminación y transformación está llegando. Todo ya está determinado para la creación de Dios, las reglas, las leyes ya han sido dadas La era de acuario no es más que una fusión de filosofía, religión y ocultismo, el resultado doctrinas sin ninguna coherencia sustancial, un sincretismo religioso… mucho fuego artificial pero poca luz. 

¡Asegúrate de que la luz que crees tener no sea en realidad oscuridad!

El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres,  ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.  De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios.  Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado, Jesucristo. (NVI) Hechos 17:24-27,31.