Jesús Esperanza de Gloria

Jesús Esperanza de Gloria

martes, 2 de abril de 2013

La mala fama de la humildad

Ninguna otra virtud tiene tan mala fama como la humildad. Es menospreciada, humillada, y presentada por algunos que hacen gala de poseerla de una forma hipócrita y sin elegancia; la escasa información que se conoce acerca de la humildad es amorfa. 

Es verdaderamente necesario que nosotros los cristianos conozcamos mejor esta virtud y sintamos profundamente su importancia; que luchemos por conquistarla y por vivirla rectamente, para presentarla de este modo con su verdadera fisonomía a los ojos de un mundo enfermo de vanidad y de soberbia.

Nos dice el Señor: "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón". (Mateo 11:29)

Es la humildad que nace del corazón la que produce fruto en las cosas que hacemos. La  humildad, que nace y muere en los labios, es falsa; es una caricatura grotesca, son solo palabras y actitudes que no pueden por sí solas crear una virtud; pero sí deformarla.

 La humildad verdadera empieza con el reconocimiento fundamental, simple y profundo de saber y aceptar que "sin Él nada podemos hacer, nada somos"Todos nuestros esfuerzos para llegar a ser mejores y para crecer en el amor de Jesús y en la predica del  evangelio, serán en vano, si su gracia no nos acompaña: "si el Señor no edifica la casa, en vano se cansan quienes la construyen" "si el Señor no custodia la ciudad, es inútil la vigilancia del centinela".  Sin su gracia, todo lo que digamos o hagamos por el bien de las almas no servirá de nada. 

Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Él no se sirve de los soberbios para llevar a cabo sus designios. Pues si llegara a utilizarlos  ellos hallarían en esta gracia, según sus costumbres, un nuevo motivo de soberbia y en tal vanagloria la causa de un nuevo castigo. 

Reconozcamos que nada somos, la existencia la hemos recibido de Dios, nada tenemos que no hayamos recibido de Él. ¿Qué tienes que no hayas recibido de Él? No creerás  que las virtudes o las cualidades que existen en tu alma, porque sabes que vienen de Dios y que un día Él te pedirá cuenta de ellas. "Te esforzarás para que den fruto: no sepultarás ninguno de tus talentos. Y conservando el mérito de las obras buenas, sabrás dar a Dios la gloria de ellas".

La paz de Dios entrará en tu alma si posees un corazón humilde."Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis la paz para vuestras almas"Un corazón sincero, prudentemente y humilde no se turbara por nada. La causa de nuestras turbaciones e inquietudes nacen en "la preocupación excesiva por la propia estima o en el inquieto anhelo de la estimación de los demás".  El alma humilde pone la propia estimación y el deseo de la estimación ajena en las manos de Dios."Porque no el que se alaba a sí mismo es aprobado; sino aquel a quien Dios alaba". " Corintios 10:18 

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