Jesús Esperanza de Gloria

Jesús Esperanza de Gloria

domingo, 14 de julio de 2013

Moisés figura de Cristo

 Moises y Jesús escaparon en la infancia de una matanza en masa ordenada por los respectivos gobernantes de su tiempo.

Antes que naciera Moisés,acontece que  el faraón de Egipto, estaba temeroso porque los israelitas superaban en numero al pueblo egipcio, entonces emite la siguiente orden " Cuando ayuden a las hebreas en sus partos, fíjense en el sexo: si es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla con vida —¡Tiren al río a todos los niños hebreos que nazcan! A las niñas, déjenlas con vida. (Éxodo 1:16,21).

En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de Leví se casaron. La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses. Cuando ya no pudo ocultarlo más, tomó una canasta de juncos de papiro y la recubrió con brea y resina para hacerla resistente al agua. Después puso al niño en la canasta y la acomodó entre los juncos, a la orilla del río Nilo. La hermana del bebé se mantuvo a cierta distancia para ver qué le pasaría al niño. Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en el río, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera.  Al abrir la canasta la princesa vio al bebé. El niño lloraba, y ella sintió lástima por él. «Seguramente es un niño hebreo», dijo. Entonces la hermana del bebé se acercó a la princesa. —¿Quiere que vaya a buscar a una mujer hebrea para que le amamante al bebé? —le preguntó  —¡Sí, consigue a una! —contestó la princesa. Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del bebé. (NTV. Éxodo 2:1-8).

Jesús nació en Belén de Judea durante el reinado de Herodes. Por ese tiempo, algunos sabios de países del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: 
 «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía y hemos venido a adorarlo». Cuando el rey Herodes oyó eso, se perturbó profundamente igual que todos en Jerusalén. Mandó llamar a los principales sacerdotes y maestros de la ley religiosa y les preguntó:
—¿Dónde se supone que nacerá el Mesías? —En Belén de Judea —le dijeron— porque eso es lo que escribió el profeta:“Y tú, Belén, en la tierra de Judá, no eres la menor entre las ciudades reinantes de Judá, porque de ti saldrá un gobernante que será el pastor de mi pueblo Israel”. 
 Luego Herodes convocó a los sabios a una reunión privada y, por medio de ellos, se enteró del momento en el que había aparecido la estrella por primera vez. Entonces les dijo: «Vayan a Belén y busquen al niño con esmero. Cuando lo encuentren, vuelvan y díganme dónde está para que yo también vaya y lo adore». Después de esa reunión, los sabios siguieron su camino, y la estrella que habían visto en el oriente los guió hasta Belén. Iba delante de ellos y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría! Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra. Cuando llegó el momento de irse, volvieron a su tierra por otro camino, ya que Dios les advirtió en un sueño que no regresaran a Herodes. Después de que los sabios se fueron, un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño. «¡Levántate! Huye a Egipto con el niño y su madre —dijo el ángel—. Quédate allí hasta que yo te diga que regreses, porque Herodes buscará al niño para matarlo».  
Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se puso furioso. Entonces, basado en lo que dijeron los sabios sobre la primera aparición de la estrella, Herodes envió soldados para matar a todos los niños que vivieran en Belén y en sus alrededores y que tuvieran dos años o menos. (NTV. Mateo 2).
Muchos años después, Tanto el uno como el otro ayunaron durante cuarenta días en lugares desérticos.
Moisés fue preparado para la misión de libertador de Israel  por 40 años de exilio en el desierto, y 40 días de ayuno en el Sinaí ; Jesús se preparó para su misión de Salvador del mundo durante 30 años de vida retirada de la actividad publica en Nazareth y 40 días de ayuno en el desierto. (Éxodo 34:28; Mateo 4:1, 2.) 
Hacia el fin de estos cuarenta años que Moisés estuvo en el desierto, el ángel de Dios se le manifestó milagrosamente en la llama de una zarza, al pie del monte Horeb, mientras pastoreaba el rebaño de su suegro Jetro. Ahí Dios nombró a Moisés su profeta y representante,y lo comisionó para libertar a su pueblo de Egipto (Éxodo 3:1-15.) 
Moisés  rehusó llamarse hijo de la hija del faraón.Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los placeres momentáneos del pecado. Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría. Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible. (NTV Hebreos 11:24-28)



Jesucristo también mantuvo su vista en el premio y despreció la vergüenza de la cual le hicieron objeto los hombres.

Jesús, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre,se humilló a sí mismo en obediencia a Dios  y murió en una cruz como morían los criminales. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. (NTV Filipenses 2:8-9 - Hebreos 12:2)
 Tanto Moisés como Jesús, fueron excepcionalmente mansos y humildes (Números 12:3; Mateo 11:28-30) 
Moisés hizo milagros y condujo al pueblo hebreo a través del mar rojo, para liberarlo de la esclavitud de Egipto. Jesús hizo milagros e hizo pasar a los hombres por las aguas del bautismo y de la fe, para liberarlos de la esclavitud del pecado original. Los dos tuvieron las credenciales más convincentes de que Dios los había enviado a rescatar a su pueblo: sorprendentes milagros de todo tipo realizaron; Jesús superó a Moisés al resucitar a los muertos. (Éxodo 14:21-31; Salmo 78:12-54; Mateo 11:5; Marcos 5:38-43; Lucas 7:11-15, 18-23.) 
Moisés,mando por orden de Dios, inmolar el cordero pascual, el cual no debía tener mancha, y les dijo que rociaran con la sangre del cordero los marcos de las puertas, para que el ángel de la muerte no matara a ninguno de sus primeros hijos varones (Éxodo 12); Jesús, el verdadero cordero pascual,inmaculado y sin mancha, se inmola a sí mismo obedeciendo la voluntad de Dios Padre.  El sacrificio del cordero era ofrecido en expiación de los pecados; Jesús, el Cordero de Dios, quita, con su muerte, los pecados del mundo.(Galatas 1:4)
Moisés fue el mediador del antiguo pacto de la Ley entre Dios y la nación de Israel. Jesús es el Mediador del nuevo pacto entre Dios y la “nación santa”, el “Israel espiritual de Dios”. (1 Pedro 2:9; Gálatas 6:16; Éxodo 19:3-9; Lucas 22:20; Hebreos 8:6; 9:15).
A Moisés se le confió la mayordomía de la ‘casa de Dios’, es decir, la nación o congregación de Israel. Jesús mostró fidelidad en la casa de Dios que él, como Hijo de Dios, edificó.

Así que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y tienen parte con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este Jesús a quien declaramos mensajero de Dios y Sumo Sacerdote. Pues él fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le encomendó toda la casa de Dios.

Pero Jesús merece mucha más gloria que Moisés, así como el que construye una casa merece más elogio que la casa misma. Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios.

En verdad Moisés fue fiel como siervo en la casa de Dios. Su trabajo fue una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después; pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo. NTV Hebreos 3:1-6

Moisés fue el más celebre de todos los profetas suscitados por Dios, pero Jesús está por encima de todos los profetas que lo precedieron. 

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